Adios 2005, adios
31 de diciembre, 4:46 de la madrugada, manos sobre el teclado, ojos sobre la pantalla, recuerdo desgastado, olvido presente, pasado fugitivo, presente desconocido y futuro incierto.
12 campanadas que marcan las doce de la noche. La despedidad y la bienvenida. La esperanza eclipsa a la nostalgia. El cava (o champán, como se quiera) y el deseo de un año mejor junto a los tuyos, con cientos fuegos de artificio asomándose por la ventana e invadiendo el cielo, son los primeros protagonistas de unos nuevos 365 días que siempre se esperan que cambien a mejor o, por lo menos, que mantengan la buena línea que dejó el año recien acabado.
Noche única, mágica, llena de ilusiones y esperanzas. Uno viste las mejores galas para recibir el nuevo año con la mejor cara posible, con la sonrisa en el rostro, con la noche planeada, con el permiso de hacer lo que uno quiera por tal de pasarlo bien, con la seguridad de que la diversión estará garantizada...
Para el recuerdo, u olvido, quedan 365 días. En los cuales cada uno sacará sus propias conclusiones, positivas, negativas, neutras. Todo depende del grado de exigencia de uno mismo. Al margen de eso, se va un año más, o un año menos. Ya no hay vuelta atrás. No se podrá volver a tomar aquella decisión que jamás entendí, no podré volver a recordar aquel panfleto sin rellenar, no podré volver a sentir aquella sensación que jamás había sentído, no podré volver a pintar aquel dibujo para recordarlo seis meses después...
Ahora sólo puedo decir: adios 2005, adios...
12 campanadas que marcan las doce de la noche. La despedidad y la bienvenida. La esperanza eclipsa a la nostalgia. El cava (o champán, como se quiera) y el deseo de un año mejor junto a los tuyos, con cientos fuegos de artificio asomándose por la ventana e invadiendo el cielo, son los primeros protagonistas de unos nuevos 365 días que siempre se esperan que cambien a mejor o, por lo menos, que mantengan la buena línea que dejó el año recien acabado.
Noche única, mágica, llena de ilusiones y esperanzas. Uno viste las mejores galas para recibir el nuevo año con la mejor cara posible, con la sonrisa en el rostro, con la noche planeada, con el permiso de hacer lo que uno quiera por tal de pasarlo bien, con la seguridad de que la diversión estará garantizada...
Para el recuerdo, u olvido, quedan 365 días. En los cuales cada uno sacará sus propias conclusiones, positivas, negativas, neutras. Todo depende del grado de exigencia de uno mismo. Al margen de eso, se va un año más, o un año menos. Ya no hay vuelta atrás. No se podrá volver a tomar aquella decisión que jamás entendí, no podré volver a recordar aquel panfleto sin rellenar, no podré volver a sentir aquella sensación que jamás había sentído, no podré volver a pintar aquel dibujo para recordarlo seis meses después...
Ahora sólo puedo decir: adios 2005, adios...
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