Nada en que pensar, mucho que recordar
He sido testigo de tantas y tantas historias... Testigo de saltos al vacío intentando llegar lo más lejos posible, donde cada uno marcaba la linea de la victoria o la derrota, no sabían lo que era el miedo... el único miedo que tenían era no llegar más lejos que el que estaba a su lado. Testigo de impulsos hacia el cielo con los pies en alto intentado llegar a la rama más cercana de aquel árbol que durante tanto tiempo me hizo sombra. Testigo de suaves balanceos, de pequeños empujones, de generaciones y generaciones que recurrían a mi para pasar el tiempo. Testigo de noches únicas y especiales para los que se sentaron sobre mi... miradas, pocas palabras, besos que sólo yo y la Luna pudimos ver. Testigo de minutos, horas... que, como si de cuatro paredes se tratase, me visitaban para estar encerrados en la más triste soledad... por voluntad, necesidad... Testigo de llantos, sonrisas, amores, odios, gritos, silencio...
Años después he perdido la inocencia y las ganas de saltar lo más lejos posible sin ningún miedo. Hoy el miedo se llama tiempo. Una palabra que años antes no significaba nada para mi, tenía todo el tiempo del mundo para saltar y mejorar. Hoy el tiempo me permite añorar aquellos días. Me permite recordar con alegría que en algún momento de mi vida fui feliz. Lástima que hayan tenido que pasar los años para darme cuenta...
Años después he perdido la inocencia y las ganas de saltar lo más lejos posible sin ningún miedo. Hoy el miedo se llama tiempo. Una palabra que años antes no significaba nada para mi, tenía todo el tiempo del mundo para saltar y mejorar. Hoy el tiempo me permite añorar aquellos días. Me permite recordar con alegría que en algún momento de mi vida fui feliz. Lástima que hayan tenido que pasar los años para darme cuenta...
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