Dueño de mi silencio

Ahora mismo podría escribir 2 o 3 posts, con más o menos dificultad, pero lo podría hacer. Pero no los escribo. Son demasiado personales.

Sobrepasan esa línea de la intimidad que no me gustaría reflejar aquí. Van más allá de puntuales anécdotas y entran en el terreno de los sentimientos, de hechos personales que prefiero reservármelos.

El corazón querría hablar, llenar este inmenso e infinito folio y abundarlo de penas, alegrías, ausencias, lágrimas, sonrisas, impotencias, ganas, ilusiones, fracasos... Pero la cabeza no olvida que ésto, más allá de que lo puede leer cualquier persona, sin que ella me conozca a mí, es un camino que, poco a poco, voy llenando de recuerdos. Y no son precisamente estos recuerdos los que quiero leer cuando pasen unas semanas o unos meses.

He dicho que podría escribir 2 o 3 posts... y por supuesto no todos ellos son meláncolicos, ni tristes palabras que dejarían un charco de lágrimas... podría escribir sobre cosas maravillosas. Pero ni uno ni lo otro lo voy a escribir. Aquello que me podria desahogar prefiero que quede en el olvido. Y aquello que de sólo pensarlo me alegra, prefiero llevarlo dentro.

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