Mirando al mundo desde la acera

Hace unos meses, justo al lado de mi calle, se ha venido a vivir un hombre con rasgos árabes, seguramente marroquí. El hombre en cuestión pasa gran parte del día sentado en la acera, con la mirada perdida, a veces con algo entre las manos... o simplemente con los ojos cerrados, imagino que perdido en su propio mundo y navegando entre recuerdos de su país... donde seguramente haría lo mismo que hace ahora.

La tranquilidad que transmite se enfrenta al caos que le rodea. Por delante de él pasan coches, personas andando que van dejando un aroma de ansiedad, agobio y velocidad que dista bastante de lo que puede llegar a estar acostumbrado viniendo de donde viene.

Por mucha gente que pase a su lado, nadie se parará a hablar, ni tan si quiera a saludarle cortesmente. En realidad dudo dudaba que pueda pudiera mantener una conversación fluída con alguien por falta de vocabulario. Pero la realidad no fue así. Hará pocos días mantuve una breve "conversación" con él. Hablamos lo suficiente y le entendí. Lo necesario para darle lo que me pidió. Se lo dí, se sentó, apartado de la multitud, enfrente de una ventana y como si estuviese sentado en la acera, perdió la mirada más allá de los cristales y se sumergió en su mundo durante largos minutos. De mientras a su lado pasaban las personas dejando ese aroma ansio, agobiante y veloz que se aleja de la sensación que él ofrece de hombre tranquilo, calmado y pausado.
Pasados esos largos minutos se levantó, dejó sobre la mesa unas cuantas monedas y se marchó. Todavía no era de noche y el sol hacía tiempo que se había escondido. Seguramente volvería a su casa y en poco tiempo se iría a dormir y al día siguiente, en algún momento, volverá a sentarse para mirar al mundo desde la acera.

Escuchando: Cloaka Company - El enigma de Esmeralda (Verso Munizzione - 2003)

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