Ahora
Ahora, 25 de febrero de 2005, cuando las manillas de mi reloj indican las 2:45 de la madrugada, estoy seguro de que habrá más de uno/a que estará haciendo exactamente lo mismo que hago yo. Seguro que ahora habrá alguien con un teclado sobre las manos, con una pantalla delante de sus ojos y con la cabeza perdida ideando como acabar de manera decente este post.
A menudo me paro a pensar en la inmensidad de este mundo, al que a veces lo despreciamos semejándolo a un simple pañuelo. Por mucho que se diga que cada persona es un mundo, que no hay dos personas iguales... seguro que en esta grandiosidad, en este mundo, habrá más de uno con una vida exactamente paralela a la mía y a la tuya. ¿Por qué no? Y es que el mundo es un pañuelo.
Pero dejando de lado los infinitos ejemplos que podrían compartir dos personas separadas por miles de kilómetros, quiero invertir el sentido y pensar cuánta gente habrá a estas horas sin hacer nada, rellenando el tiempo de sus vidas con segundos, minutos, horas... incluso días, con la más absoluta inactividad. En mi habitación, colgado en la pared, tengo un corcho con unas cuantas chinchetas, unas cuantas fotos (por cierto, en ninguna salgo yo) y un papel en blanco, totalmente en blanco... ni me acuerdo del tiempo que lleva allí colgado, ni porqué esta ahí colgado. Pues algo parecido puede ocurrir con la inactividad, con el estar sin estar, con el hacer sin hacer, con el pensar sin pensar... Cómo se puede estar sin estar, hacer sin hacer y pensar sin pensar... pues simplemente no hacer nada.
Y de eso sí que estoy seguro, habrá más de uno/a que a estas horas no estará haciendo nada. Se mantendrá ahí colgado, desde no se sabe muy bien cuando, sin saber muy bien porqué. Pero ahí seguirá.
Y yo ahora sé que hago algo, me despido, acabo estas líneas y, como en la canción de Juaninacka, brindemos... brindemos por aquellos que ahora mismo acaban sus líneas y se marchan a la cama. Y tambien brindemos por aquellos que ahora mismo se mantienen colgados, sin saber muy bien desde cuando, sin saber muy bien porqué. Ahora sí, me marcho.
A menudo me paro a pensar en la inmensidad de este mundo, al que a veces lo despreciamos semejándolo a un simple pañuelo. Por mucho que se diga que cada persona es un mundo, que no hay dos personas iguales... seguro que en esta grandiosidad, en este mundo, habrá más de uno con una vida exactamente paralela a la mía y a la tuya. ¿Por qué no? Y es que el mundo es un pañuelo.
Pero dejando de lado los infinitos ejemplos que podrían compartir dos personas separadas por miles de kilómetros, quiero invertir el sentido y pensar cuánta gente habrá a estas horas sin hacer nada, rellenando el tiempo de sus vidas con segundos, minutos, horas... incluso días, con la más absoluta inactividad. En mi habitación, colgado en la pared, tengo un corcho con unas cuantas chinchetas, unas cuantas fotos (por cierto, en ninguna salgo yo) y un papel en blanco, totalmente en blanco... ni me acuerdo del tiempo que lleva allí colgado, ni porqué esta ahí colgado. Pues algo parecido puede ocurrir con la inactividad, con el estar sin estar, con el hacer sin hacer, con el pensar sin pensar... Cómo se puede estar sin estar, hacer sin hacer y pensar sin pensar... pues simplemente no hacer nada.
Y de eso sí que estoy seguro, habrá más de uno/a que a estas horas no estará haciendo nada. Se mantendrá ahí colgado, desde no se sabe muy bien cuando, sin saber muy bien porqué. Pero ahí seguirá.
Y yo ahora sé que hago algo, me despido, acabo estas líneas y, como en la canción de Juaninacka, brindemos... brindemos por aquellos que ahora mismo acaban sus líneas y se marchan a la cama. Y tambien brindemos por aquellos que ahora mismo se mantienen colgados, sin saber muy bien desde cuando, sin saber muy bien porqué. Ahora sí, me marcho.
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